03.07.2025

Plataforma Bisagra: Cultura pop y comunicación digital para llegar a audiencias despolitizadas

En el marco de los 100 años de la Friedrich Ebert Stiftung (FES), se realizó el Progressive Democracy Lab 2024–2025, una instancia internacional de acompañamiento a proyectos que buscan fortalecer la democracia y la justicia social desde enfoques innovadores. Uno de los proyectos seleccionados para participar en la incubadora fue Plataforma Bisagra, una propuesta desarrollada en Chile que explora nuevas formas de comunicar contenidos políticos en redes sociales, especialmente hacia audiencias despolitizadas.

Del proceso constitucional a la cultura pop

La iniciativa fue impulsada por Catalina Castex Barraza y Estefanía Labrín Cortés, ambas periodistas que trabajan en Fundación Interpreta. La idea surgió en el contexto del segundo proceso constitucional chileno, cuando comenzaron a generar contenido para redes sociales con el objetivo de explicar y difundir el debate constituyente. Sin embargo, la primera cuenta que crearon —muy directa en su enfoque— tuvo escaso alcance. “Nos dimos cuenta de que teníamos muy bajo engagement”, recuerda Estefanía. “Entonces lo que hicimos fue crear una nueva página en la que empezamos a explicar el proceso constitucional, pero a través de la cultura pop”.

Esa experiencia dio origen a Bisagra, un proyecto que combina cultura pop, memes y referencias culturales para acercar contenidos políticos a públicos que no necesariamente se identifican con el lenguaje de la política tradicional. “Hemos creado un lenguaje en redes para hablar de temas como democracia, derechos sociales, medio ambiente, feminismo... todas cosas relevantes para el progresismo, usando cultura pop”, explica Estefanía.

 

Investigación, audiencias y estrategias digitales

Para construir ese lenguaje, desarrollaron una metodología basada en grupos focales y escucha digital. Comenzaron con una investigación enfocada en mujeres entre 35 y 50 años, y más adelante profundizaron en jóvenes de entre 18 y 25. “Partimos con dos productos para mujeres, y mientras eso corría hicimos la investigación de jóvenes”, comenta Catalina. En ese proceso, identificaron un patrón claro en las audiencias: “No sabían lo que estaba pasando en Chile, estaban súper individualizados, no les interesa el bien común, solo ellos mismos. Todo eso nos salió muy fuerte en el estudio”, dice Estefanía.

Con esos hallazgos en mano, comenzaron a diseñar productos específicos para cada segmento. No se trataba de replicar campañas políticas tradicionales, sino de insertar ciertos mensajes a través de formatos conocidos por las audiencias, desde escenas de teleseries hasta referencias a figuras mediáticas populares. Uno de los contenidos que más alcance tuvo, por ejemplo, fue un video en el que una reconocida ganadora de reality hablaba sobre derechos sexuales y reproductivos. “Ese tipo de mensajes, cuando vienen de personas que no están en el mundo político, generan más empatía”, explica Catalina.

También han trabajado con nichos específicos. Uno de sus productos, por ejemplo, se enfoca en dramas surcoreanos —los llamados “doramas”— como punto de partida para hablar sobre salud mental. En esos contenidos se normaliza la terapia psicológica, la toma de medicamentos o la búsqueda de ayuda profesional. “Usamos harto esa página para hablar de salud mental y funciona súper bien”, cuenta Estefanía. “Es el tema estrella de ese espacio”.

 

Una bisagra con sentido político

El nombre del proyecto también tiene un trasfondo cultural. Bisagra proviene del dicho chileno de la “vieja sapa”, esa figura que "sino está en la puerta, está en la ventana”, observando todo. En Chile, "vieja sapa" es una expresión coloquial para referirse a una persona, generalmente mujer, que se entromete en los asuntos ajenos o es excesivamente chismosa. “Partió por ese dicho, es como la vieja que está en todos lados”, explica Estefanía entre risas. “Lo dejamos porque efectivamente creemos que nuestra cuenta es un poco bisagra, tanto desde el significado político que tiene la palabra, como de lograr a través de ella otra cosa... y también porque somos súper sapas todavía”, agrega.

 

Aprendizajes y desafíos en la incubadora

Durante el proceso de incubación del Progressive Democracy Lab, participaron 23 iniciativas de distintas partes del mundo. De ellas, cinco fueron seleccionadas para una etapa avanzada de acompañamiento, entre ellas Plataforma Bisagra. Junto a ellas, continuaron proyectos de Grecia, Argelia y dos equipos de Alemania.

Catalina recuerda que conoció a los demás equipos en una primera instancia en 2024. “Había muy pocos latinoamericanos, unas chicas de Argentina, otras de Costa Rica y nosotras. Para esta fase final, fuimos las últimas latinoamericanas en quedar”, cuenta.

Una de las transformaciones más importantes ocurrió durante la incubadora. Al comenzar el proceso, Catalina y Estefanía habían postulado solo con la parte del proyecto dirigida a jóvenes, dejando fuera todo el trabajo previo con mujeres adultas. “Pensamos que iba a ser dirigido solo a jóvenes y estábamos obviando un poco esta otra parte que ya teníamos construida enfocada en mujeres”, recuerda Catalina. Fue durante las sesiones con el equipo de FES que se dieron cuenta del valor completo de lo que ya habían construido.

También fue revelador reconocer el valor de la investigación acumulada. “La habíamos dejado fuera cuando postulamos al Progressive Democracy Lab”, admite Catalina. “Y claro, tenemos toda esta evidencia científica de lo que hay detrás”.

Durante el proceso, contaron con el acompañamiento clave de dos integrantes del equipo de FES. “Miriam nos acompañó durante todo el proceso”, recuerda Catalina. “Era quien estaba a cargo del Progressive Democracy Lab”. Además, trabajaron con una coach mexicana, María José, cuyo rol fue fundamental. “Tuvimos mucha suerte con María José, estaba muy metida en estos temas relacionados a nuestro proyecto”, dice Estefanía. “Y además, al ser mexicana, entendía muchas de las referencias culturales que para Miriam —que es alemana— podían no ser tan familiares. Fue un súper complemento entre las dos”.

Otro obstáculo fue el idioma. “Tenemos todo este contenido armado en español, en chileno además”, explica Catalina. “Entonces tratar de traspasar esta barrera del idioma para que el resto de las personas pudiera entenderlo también fue uno de los desafíos”, añade. Para lograrlo, debieron adaptar materiales y usar referentes más globales: “Creamos contenido con personajes de la cultura pop internacional, Pedro Pascal, por ejemplo, Will Smith, y lo trajimos también a mensajes que fueran conocidos globalmente, no solo en la esfera local”, recuerda Catalina. “Mientras estábamos presentando, la gente entendió, se rió de los memes que les mostramos, entonces funcionó perfecto en ese sentido yo creo, pero sí fue un desafío en el minuto”, agrega Catalina”.

Proyección regional y próximos pasos

Gracias al apoyo de FES, hoy están trabajando en un toolkit que busca sistematizar todo el proceso: desde la investigación de audiencias hasta la creación de contenidos. “La idea del toolkit es poder generar una herramienta que esté a disposición de distintas organizaciones de la sociedad civil interesadas en fortalecer la democracia. Nuestro objetivo es poder ampliar nuestras redes y llegar a otros países, principalmente latinoamericanos, con esta metodología”, explica Catalina.

Una bisagra hacia nuevas conversaciones

Con una metodología sólida, experiencia acumulada y una comunidad digital activa, Catalina y Estefanía se proyectan hacia el futuro compartiendo lo aprendido. Su desafío ahora es lograr que más organizaciones puedan aplicar esta estrategia y hablarle a quienes muchas veces quedan fuera de las conversaciones políticas. Como dijeron durante el proceso, el contenido no siempre necesita mostrarse como político para tener impacto. A veces basta con usar el lenguaje que ya circula, ese que las personas consumen cada día. Porque ahí, en ese cruce, está la bisagra.

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