Entre segunda y tercera ola ¿seguimos en la misma lucha?
Una enriquecedora jornada se vivió el pasado 18 de julio en las dependencias de la Fundación FES, al alero de la Mesa Feminista de dicho espacio. Mujeres de diversos mundos, intereses y generaciones se reunieron para conversar sobre la nueva ola feminista y sus contrapuntos con anteriores movimientos que reivindican la lucha por la igualdad de género. Para motivar la discusión, estuvieron presentes como expositoras Virginia Guzmán, del Centro de Estudios de la Mujer, y Araceli Farías, Vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la UC durante este año, quienes pudieron contar sobre sus experiencias y el análisis que hacen a partir de cada una de ellas.
En primera instancia, Virginia comenta que las olas feministas, independiente de su época, se plantean en contra de la exclusión de las mujeres, apuntando a modificar las estructuras societales basadas en lo anterior. Considerando su experiencia desde el ala del movimiento feminista que se gestó en la década de los 80 en Chile, durante la dictadura militar las mujeres se organizaron bajo la lógica de redes, sobre todo en sectores populares, además de mantener el interés por generar conocimiento que salga del modelo androcentrista predominante hasta ese entonces. Mencionó, también, que “la idea del privilegio masculino cambia según el contexto”, agregando que las mujeres de su época “tuvieron la capacidad de generar cambios desde una posición de inferioridad.”
Luego, en la segunda intervención, Araceli plantea que los últimos diez años “fueron el caldo de cultivo en el mundo estudiantil para la explosión de este año”, llamada la nueva “ola feminista” en Chile. Durante todo ese tiempo, menciona, “se intentó posicionar la lucha feminista, pero no se reconocía el estatus de doble precarización de las mujeres.” La evidente masculinización de los espacios políticos en las universidades, sumado al impacto de las campañas y discursos en la cultura pop a partir de la develación de muchos casos de violencia contra las mujeres, empujó el levantamiento de las tomas en muchas universidades del país. Al hablar de patriarcado, es difícil poner rostro al enemigo. Sin embargo, Araceli considera que “el movimiento feminista toca tu identidad, tu dignidad y eso es lo que te mueve.” A pesar de lo anterior, la forma en que impacta en cada mujer se entrecruza con los privilegios que posee, en tanto el feminismo es visto desde una perspectiva de clase: “mientras más pobre, más te pega la violencia de género.” Por lo tanto, es necesario “construir desde la diferencia” y “aprender a construir en red”. Finalmente, ella percibe que el cambio cultural está llegando antes que el cambio institucional, por lo que puede ver a su alrededor. Quedamos a la espera de la apertura de las instituciones a él.
Las reacciones de las participantes de la Mesa no se hicieron esperar, poniendo énfasis en la importancia de hacer cotidiana la conversación sobre feminismo, con un lenguaje simple, no sólo en espacios universitarios, sino a partir de un discurso cercano que llegue a los territorios. En la misma línea, la transversalidad del discurso tiene que basarse en la diferencia, puesto que las mujeres no son todas iguales, ni viven de la misma forma: ese es el potencial de este movimiento, la diversidad que enriquece su actuar.
La unión entre la estructura patriarcal y la neoliberal sólo favorece la permanencia del machismo tanto en lo institucional, como en lo cultural. Por lo tanto, se hace necesario discutir y generar una propuesta desde el feminismo que logre dar respuesta a la sociedad y el sistema democrático que queremos plantear para el futuro. Un futuro con igualdad y justicia de género.
Créditos para todas las fotografías: Sarah Herold/FES Chile
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