Global Solutions Summit 2019 - Nos tomamos la mesa

Camila Carrasco relata su experiencia en el encuentro global de la 'Global Solutions Initiative'

Por Camila Carrasco Hidalgo

 

En marzo pasado tuve la oportunidad de participar del “Global Solutions Summit 2019” a través del programa Young Global Changer (YGC) en Berlín. Escribir sobre mi participación me cuesta un montón, es difícil describir las sensaciones que me invaden y transmitir las experiencias y los conocimientos que adquirí gracias a expositores, organizadores y, por supuesto, a mis pares.

 

Ser parte de esta comunidad de jóvenes ha sido una de las experiencias más gratificadoras que he tenido debido a que pude conocer 89 jóvenes, de diversas partes del mundo, con distintos sueños y luchas que emocionan profundamente. Padmanaban creó en India la organización No food waste que recoge comida afuera de eventos sociales como matrimonios para llevarla a comunidades pobres. Sabina, una joven de Rumania lucha por fomentar el voto joven en Europa e incentiva más participación de mujeres en política a través de la iniciativa Gentlewomen. Maya es de Israel, pudo dialogar con Bashar de Palestina, quien por primera vez habló con una israelita. Ambos nos contaron sobre sus sentimientos y anhelos en cada uno de sus países, que viven en permanente conflicto. Illimani tiene sólo 23 años y pasa la mayor parte del tiempo luchando por la paz en Colombia, Sarah trabaja en una fundación para promover derechos de las mujeres y el desarrollo en Egipto, José Alberto escribe cuentos incompletos para que niñas y niños de Costa Rica los completen con sus sueños y esperanzas y Kavindya impulsó Without Borders para lograr ayudar en la educación a niña/os y jóvenes en Sri Lanka, país que sufrió recientemente un atentado terrorista dejando más de 200 muertos y casi 500 heridos.  

 

Podría escribir muchas hojas relatando las propuestas y experiencias de quienes participaron del YGC y que quieren lograr, realmente te llenan de energía, de nobleza y te permiten entrar en sus vidas para comprender otras realidades y que no somos el centro del mundo. Este encuentro no fue sólo una red de intercambio de conocimiento y debate, sino que fue un momento para conocer la realidad de otra/os, empatizar y dejar de mirarnos el ombligo un instante. Esto es la primera conclusión de mi participación dentro de este espacio, dejar tus problemas a un lado, abandonar la opinología y escuchar a otras partes del mundo que te invitan a pensar desde la premisa: Aún hay esperanza. Sobre todo, considerando las ganas que vi de compartir propuestas para cambiar el mundo (suena idealista, pero debemos serlos y permitirnos esto para avanzar). Estábamos ansiosos de reunimos y compartir los problemas e inequidades que viven nuestros países, pero también a pensar soluciones de cómo enfrentarlas. La sorpresa fue que a pesar de los miles de kilómetros que nos separan, no somos tan distinta/os y, en algunos casos, tenemos similares preocupaciones, como el cambio climático, la desigualdad, la injusticia, la inequidad de género y una economía que está depredando nuestros recursos naturales.

 

Para estos desafíos propusimos un cambio de la economía que prima, la fijación de un precio a las emisiones de carbono para mitigar el cambio climático e invertir en una infraestructura que sea armónica con nuestro medioambiente, ya que sólo 11 países han desarrollado un plan de acción climática. Con todo, esto se puede con la voluntad de quienes están en espacios de poder para avanzar hacia una economía circular, la cual permite conservar el mayor valor posible de piezas y materiales, es decir, una vida prolongada gracias a la reutilización, restauración y reciclaje óptimo de los productos. Re imaginar un cambio del sistema social, político y económico, nos incita a analizar un cambio de paradigma más allá de nuestras fronteras. En otras palabras, dentro de las agendas de gobierno debe estar esta propuesta explícita para que cada plataforma tenga consciencia de que las tomas de decisiones son para ahora y no basta con el diálogo multilateral, sino con acciones, gobernanza e inversiones responsables con el ambiente y las sociedades.

 

Cada experiencia, fue un insumo para pensar sobre qué mundo esperamos construir las nuevas generaciones, sobre todo, las mujeres, quienes tuvimos espacios para conversar y darnos cuenta de que, desde las costas de África, el corazón de Europa y en la cultura americana (como muy bien señaló mi compañera Aderonke de Nigeria) el problema de género se hace presente en cada una de nuestras narraciones, reproduciéndose en distintas dimensiones y grados. Considerando las proporciones, cada una de nosotras ha tenido una experiencia de discriminación y violencia por el hecho de ser mujer, por lo tanto, no podíamos dejar de mencionar lo que sufren nuestras compañeras víctimas del tráfico, la mutilación genital femenina, la explotación sexual y laboral, el acoso y la violencia física y emocional. Somos de distintos continentes, pero con las mismas ganas que nos unen para poder colaborar en las transformaciones que requerimos para enfrentar desafíos globales desde nuestros países. La diversidad nos enriqueció y nuestras disciplinas nos ayudaron para intercambiar posiciones y apoyarnos en los proyectos que teníamos. Compañeras y compañeros desde la academia, la política, el emprendimiento y la lucha social me demostraron que la perseverancia y la convicción son dos elementos claves para no agotarnos en el camino que decidimos tomar. Esa ruta que nos propusimos para unirnos en colectivo y pensar sobre cómo cambiar las cosas estructuralmente, por más complejas o pequeñas que nos puedan parecer.

 

Ser una Young Global Changer fue un aprendizaje y me siento afortunada de haberlo vivido. Pude compartir con policy makers, profesores de universidades prestigiosas, políticas, políticos y activistas sociales de más de 100 países de todos los continentes. Sin embargo, quisiera agradecer y destacar a mis colegas, que me alentaron a mirar con agradecimiento la realidad que me toca vivir, pero a seguir los ideales que me mueven para intentar un futuro mejor y ser una actriz que aporte colectivamente en su entorno. Tengo claro que las realidades que nos aquejan no pueden ser cambiadas con asistencialismo, pero tampoco soy quién para desconocer el trabajo realizado por grupos humanos que no tienen acceso al poder y sí quieren revertir las injusticias que viven en sus territorios. Por último, este espacio te invita a soñar y tener la valentía de arriesgarte, a desarrollar el pensamiento crítico y si no nos dan el asiento para ser parte de una mesa que toma decisiones, tenemos la responsabilidad de tomarnos esos espacios, tomarnos las mesas. Somos una generación valiente, por lo mismo, tenemos que asumir ese rol entre todas y todos.

 

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